Lo que quisiera que me hubieran dicho del swing

Por L. Escalante

Cuando iniciamos en alguna disciplina solemos tener el ánimo a todo dar y muchas ilusiones, no obstante, a lo largo del recorrido nos percatamos de que quizá no todo es color de rosa y existen ciertos detalles que olvidamos tomar en cuenta. Pasan los meses y comenzamos a elaborar una lista mental acerca de ciertos detalles que, en una situación hipotética, mencionaríamos a las siguientes generaciones que se unan a la disciplina en cuestión. Mi fuerza voluntad me instó a materializar esa lista que tantas veces me planteé y compartirla con todos aquellos interesados en iniciarse en este hermoso baile. Así que prepárense y presten atención a lo que quisiera que me hubieran dicho cuando inicié en la maravillosa práctica del swing.

Las primeras clases ponen en duda la coordinación y el equilibrio.

Mover manos y pies al mismo tiempo parece un reto, también sostenerse en un solo pie mientras el otro baila alocadamente. Conseguir que cada extremidad actúe por sí sola lleva y mantener el equilibrio lleva tiempo; es normal desesperarse las primeras veces, sin embargo, después de practicar un mes comenzarán a notar que la fuerza en sus piernas aumenta, el equilibrio mejora sorprendentemente y su capacidad de coordinación será totalmente distinta.

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Después de la primera semana, los pies quedarán hechos trizas.

Ok, este es importante. Bailar cualquier danza requiere centralmente de los pies para casi todo; éstos son el sostén de todo el cuerpo en la pista de baile y están sometidos todo el tiempo a circunstancias extremas. Si no están acostumbrados a hacer ejercicio o bailar, la primera semana significará una tortura para sus pies, especialmente por las ampollas que llegan a formarse. No se preocupen, esto es temporal ya que, conforme continúan practicando, sus pies se habrán acostumbrado al trabajo rudo y las molestias serán cosa del pasado.

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¿Esto rojo? Es mi sangre.

Al principio los pies se enredarán entre ellos.

Hacer saltos de fantasía y juegos de pies podrá parecer intimidante y, al inicio, los pies se moverán torpemente. Por experiencia les aseguro que, con el tiempo, los pies adquirirán maña y se volverán tan diestros que apenas y podrán reconocerlos.

Y no se digan las caídas…

Es completamente normal caer, incluso los profesionales llegan a tener pequeños accidentes. Una caída podría resultar en algo leve o grave, depende de la situación, pero mi consejo es ponerse de pie, recuperarse y volver a intentarlo. No tengan miedo de caer una y otra vez pues, como dicen por ahí, de los errores se aprende.

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Durante los bailes sociales, adecuarse a una pareja será un reto.

Para los que empezamos a aprender en solitario llega a ser aterradora la idea de bailar con alguien más ya que algunos temores nos asaltan: si pisaremos a la pareja de baile, si no podremos seguir el ritmo del otro, si nos caemos y morimos en el intento… En el próximo artículo aclararé algunas especificaciones sobre este punto, pero, por el momento, mi mejor recomendación es dejarse llevar y hacer el mejor intento por bailar en pareja.

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Memorizar todos los pasos elementales podrá parecer una labor titánica, ya ni hablar de los strolls.

Sin duda, el swing tiene demasiados pasos y memorizarlos podría parecer imposible. Por supuesto que no lo es. La mejor estrategia para aprender cada paso o rutina es dedicarse a perfeccionar cada semana un par de pasos y, al final de cada mes, incluir todos los que aprendieron en una rutina; es una excelente manera de entrenar la memoria muscular. Para finales de año habrán memorizado tantos pasos que se sorprenderán

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Sin embargo, al final de día nunca se arrepentirán de haber iniciado porque bailar al ritmo del jazz es una de las mejores sensaciones del mundo.

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